martes, 7 de diciembre de 2010

EL INOPORTUNO

            En el “El intruso” Delmira Agustini nos habla de la irrupción maravillosa y, por supuesto, imprevista del amor en la vida de una persona.

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura

            Y para hablarnos de un tema tan tratado por la literatura y no caer en lugares comunes, utiliza un lenguaje altamente poético, pleno de imágenes (y descansó en mi almohada tu cabeza fragante), personificaciones (“amor, la noche estaba trágica y sollozante”), comparaciones (Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!) y metáforas (todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante).

            Sin embargo, pese a estas y otras cualidades (el uso de la rima, por ejemplo), el poema me produjo una sensación cercana al aburrimiento, básicamente porque descreo de estas formas románticas de presentar al amor como una locura o un descontrol.

Estefanía Rodríguez.


El Intruso


Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!

Delmira Agustini

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