martes, 7 de diciembre de 2010

DEL SUFRIMIENTO PARA LLEGAR AL AMOR

Por Viviana Estavilla



     El Soneto de Francisco Luis Bernárdez (Argentina 1900-1977) habla de cómo a través de la vida los sufrimientos llegan, lastiman, se van, pero dejan siempre una enseñanza.     Con un vocabulario casi coloquial, fácil de entender, y una musicalidad basada en la utilización de repeticiones, anáforas (Tengo por bien sufrido lo sufrido tengo por bien llorado lo llorado)  y la rima consonante, el texto atrapa al lector quien se identifica con varios de sus pasajes (Si para conseguir lo conseguido/ tuve que soportar lo soportado) y también siente movilizados muchos sentimientos ocultos en su interior.

     Pero lo mejor del poema es que describe de un modo muy sutil e inteligente esa realidad tan especial que consiste en que vale la pena sufrir para obtener el amor. O como dice el texto: 

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.





 Soneto

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.


Francisco Luis Bernárdez



CUANDO LLEGUE LA NOCHE

Por Mónica Baigorria


   Espera de Alfonsina Storni. La obra es interesante porque ya desde su título posee diferentes sentidos posibles. Es decir, “espera” ¿es un sustantivo? ¿es un verbo en imperativo? En la lectura comprobamos que si bien es un verbo, no es una orden la que emite el sujeto poético sino más bien una súplica, pues dice:      

He de darte las manos, espera, todavía.
Está llena la tierra del murmullo del día.

            De que el amor es más dulce y balsámico por la noche, de que en la tranquilidad nocturna dos almas pueden conectarse, nos habla este poema. Y lo hace  con un vocabulario poético que recurre entre otras figuras poéticas a la metáfora (la bóveda celeste no deja de ver ninguna de sus estrellas) y a las personificaciones (duerme en los cielos la luna). En cuanto al ritmo, este se logra mediante el empleo de la rima pero también gracias a los encabalgamientos que disminuyen la monotonía. Así:

La bóveda celeste no deja de ver ninguna
De sus estrellas…

            Mi opinión del poema es positiva porque la autora nos muestra una situación con la que los lectores podemos identificarnos, pues, en mi opinión, para casi todos los seres humanos el amor es más calmo e intenso por la noche.



Espera

He de darte las manos, espera, todavía.
Está llena la tierra del murmullo del día.
La bóveda celeste no deja de ver ninguna
De sus estrellas… duerme en los cielos la luna.

He de darte las manos, pero aguarda, que ahora
Todo piensa y trabaja –la vida es previsora-
Pero el corazón mío se esconde solitario,
Desconsolado y triste por el bullicio diario.

Hace falta que todo lo que se mueve cobre
Una vaga pereza, que el esfuerzo zozobre ,
Que caiga sobre el mundo un tranquilo descanso,
Un medio tono dulce consolador y manso.

Espera… dulcemente, balsámica de calma,
Se llegará la noche, yo te daré las manos,
Pero ahora lo impiden esos ruidos mundanos;
Hay luz en demasía, no puedo verte el alma.

Alfonsina Storni.

¿QUIÉN MUERE?


Por Cinta Caballero

En este poema de Luis Cernuda están expresados sentimientos que cualquiera puede experimentar, sentimientos inevitables, pues por más que algunos digan “yo no creo en el amor”,  el amor es una energía que nos atrapa, una energía que necesita derramarse.  Y este “cualquiera puede experimentar” está graficado en el texto a través del uso de la primera persona del plural (no es el amor quien muere/ somos nosotros mismos).
            Mediante recursos como la metáfora (solo vive quien mira/ siempre ante sí los ojos de su aurora) y la comparación (como un recuerdo en sueños/ (…)/ otro vacío estrechan), el poeta plantea que cuando un amor se termina, no muere el amor sino que mueren quines dejan de amar, porque la vida solo tiene sentido cuando se siente amor o más concretamente cuando se está junto al ser amado, porque:

Solo vive quien mira
siempre ante sí los ojos de su aurora,
sólo vive quien besa
aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

            El poema no es muy bueno, básicamente porque es muy repetitivo; o sea, de distintas maneras dice lo mismo. Si es cierto que cuando nos enamoramos nos volvemos estúpidos y exageramos, el texto plantea esta situación desde el final del amor, desde el sufrimiento, aunque a mi entender lo hizo de una manera carente de emoción  y de interés.




No es el amor quien muere

No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.

Inocencia primera
abolida en deseo,
olvido de sí mismo en otro olvido,
ramas entrelazadas
¿por qué vivir si desaparecéis un día?

Solo vive quien mira
siempre ante sí los ojos de su aurora,
sólo vive quien besa
aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena,
a lo lejos, los otros,
los que ese amor perdieron,
como un recuerdo en sueños,
recorriendo las tumbas
otro vacío estrechan.

Por allá van y gimen,
muertos en pie, vida tras de la piedra,
golpeando la impotencia,
arañando la sombra
con inútil ternura.

No, no es el amor quien muere.

Luis Cernuda (España 1903-México 1961)




LA DESESPERADA

Por Paola Delgado




Con un ritmo muy especial sustentado en enumeraciones y anáforas, en La enamorada, Alejandra Pizarnik nos habla de una mujer que sufre por un amor que se fue y no volvió. Una mujer cuyo sufrimiento llega hasta la desesperación:

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

El poema es fácil de entender porque tiene un lenguaje sencillo. Algunos de los recursos que emplea la poeta son: la antítesis (ríe en el pañuelo llora a carcajadas), la personificación (oyes la demente sirena que lo robó) y la metáfora (el barco con barbas de espuma/ donde murieron las risas), que con su magia acercan al lector a la historia que se cuenta, pues cualquiera, luego de cierta edad, puede recordar un amor que se perdió en el tiempo, cualquiera puede padecer la tristeza que provoca esa herida que nunca cicatrizó del todo.



La enamorada

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues 

hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

Alejandra Pizarnik.

EL INOPORTUNO

            En el “El intruso” Delmira Agustini nos habla de la irrupción maravillosa y, por supuesto, imprevista del amor en la vida de una persona.

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura

            Y para hablarnos de un tema tan tratado por la literatura y no caer en lugares comunes, utiliza un lenguaje altamente poético, pleno de imágenes (y descansó en mi almohada tu cabeza fragante), personificaciones (“amor, la noche estaba trágica y sollozante”), comparaciones (Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!) y metáforas (todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante).

            Sin embargo, pese a estas y otras cualidades (el uso de la rima, por ejemplo), el poema me produjo una sensación cercana al aburrimiento, básicamente porque descreo de estas formas románticas de presentar al amor como una locura o un descontrol.

Estefanía Rodríguez.


El Intruso


Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!

Delmira Agustini

EL PUENTE


Ivana Fernández
           
Alfonsina Storni nos habla en este poema de la vida como de un puente entre dos oscuridades: la de antes de nacer; la que viene después de la muerte. Es decir, el texto se basa en una metáfora: vida = puente. Lo hace sin embargo con una calidez y un optimismo que no deprimen al lector, pues la idea final del poema es que todo se renueva y la vida, aun sin nosotros, sigue.
 El poema está en primera persona lo que produce una identificación en el lector, que siente que él podría haberlo escrito pues es un tema que a nadie le resulta ajeno. En cuanto al vocabulario seleccionado por la autora es más bien claro y preciso. Entre los recursos usados se encuentra la personificación  (el sol parece reírse).

            Pese al tema de la muerte (que espera del otro lado del puente) el texto me produjo una sensación de esperanza pues: una flor que acostada/ está en la orilla del puente/ ríe del sol y le explica:/ todo vuelve. Es decir que la vida sigue. La vida nunca se detiene y siempre habrá nuevos puentes.



El puente

Vengo de un pozo: la vida,
voy hacia otro: la muerte…
Lo que va del uno al otro
es un puente.

Me cruzo el puente cantando
para no ver que allí enfrente
el pozo negro me espera
para siempre.

Todos como yo, cantando
me acompañan sobre el puente,
se aturden unos con otros
van alegres.

El sol parece reírse
de toda esa pobre gente
que va cantando hacia el pozo
a perderse

Pero una flor que acostada
está en la orilla del puente
ríe del sol y le explica:
todo vuelve.

Alfonsina Storni

Dos alimentos fundamentales

Por Elsa Aracena
            El soneto Ternura de Alfonsina Storni presenta una escena de la vida cotidiana en la que una madre da el pecho a su bebé bajo la mirada atenta y cariñosa de su compañero. Y esta descripción la hace con un lenguaje poético preciso (Canarios de oro cantan bajo los corredores), aunque con ciertas palabras un tanto elevadas para un lector común. Tiene asimismo una musicalidad bastante clásica lograda en base a la rima consonante:

Son jóvenes, son bellos y se aman. El niño
De diez días, desnudo, llora en el desaliño
De las telas nevadas y estampadas de flores.
Canarios de oro cantan en los corredores.

            El poema es muy interesante porque la historia que presenta conmueve, sobre todo en tiempos como los nuestros, cuando en la calle se encuentra a muchos niños víctimas de desnutrición crónica, niños que acaso no tuvieron los alimentos principales en los primeros días de la vida: leche y amor materno.




Ternura

Septiembre. El duraznero, florecido, decora
las ventanas del cuarto. Las manos de la madre
están blancas, exangües, y, sobre ellas el padre
pone los labios buenos, tibios y los demora …

Son jóvenes, son bellos y se aman. El niño
de diez días, desnudo, llora en el desaliño
de las telas nevadas y estampadas de flores.
Canarios de oro cantan bajo los corredores.

Es la siesta. La madre saca el seno jugoso,
blanco y suave. Trasiega su líquido precioso
a la boca del dulce animalillo lerdo

que ejercita, al sorberlo, su delicia primera,
recogido en el brazo de amarillenta cera
que le ciñe la nuca. Yo miro y te recuerdo.

Alfonsina Storni.

NOCHES OSCURAS

            En “Llueve hacia el amanecer” de Elizabeth Bishop, una voz en primera persona nos habla de su angustia, su tristeza, su melancolía por una persona ausente. Y esta amargura se percibe básicamente en los adjetivos y los adverbios que el yo le atribuye a los objetos que lo rodean. Así, llueve “amargamente” en el jardín, el otoño es “declinante”, la niebla es “melancólica”. Con un vocabulario oscuro, diferente al que habitualmente utilizamos, el poema tiene musicalidad pero no rima.
            Básicamente podría decir que no me gustó porque es muy críptico en cuanto a las causas de la tristeza, ya que solo hacia el final el sujeto poético dice “soportando el frío/ mis sueños seguirán al viento/ hacia la torre de jade de tu hermoso cuerpo”. Versos que “aclaran” lo dicho hasta el momento, pero no lo suficiente.


Llueve hacia el amanecer

Llueve amargamente en mi jardín.
En este declinante otoño
yo sólo tengo vagos sentimientos poéticos
que no logro reunir 
que se disipan por entre las oscuras nubes
y las hojas rojas.
Después del amarillento ocaso
la fría luna se despierta
entre la niebla melancólica.
No descolgaré las persianas de bambú
de su gancho de plata.
Estas noches, soportando el frío
mis sueños seguirán al viento
hacia la torre de jade de tu hermoso cuerpo.

Elizabeth Bishop. (Poeta Norteamericana)




Por Eliana Zenteno

MUERTA EN VIDA

Por Johana Villarreal


El poema Versos a la tristeza de Buenos Aires de Alfonsina Storni, habla de que las calles de la ciudad, tan grises, tan rectas, tan iguales, le producen amargura y soledad al sujeto poético, tanto que hasta “le apagaron los tibios sueños primaverales”. Además el yo se identifica con el cielo, porque ambos son prisioneros de esa arquitectura asfixiante.

El texto, si bien es rescatable por la sencillez y claridad de su vocabulario, que lo hacen perfectamente entendible, así como por su musicalidad lograda en base a la rima:

(Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
En el vaho grisáceo, lento que las decora
De su monotonía mi alma padece ahora.
-¡Alfonsina!- No llames. Ya no respondo a nada)

no es muy interesante, pues ni su  motivo (las calles) ni sus temas (amargura, soledad) no lo son.

VERSOS A LA TRISTEZA DE BUENOS AIRES

Tristes calles derechas, agrisadas e iguales
por donde asoma, a veces, un pedazo de cielo,
sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo
me apagaron los tibios sueños primaverales.

Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
en el vaho ggrisáseo, lento, que las decora.
De su monotonía mi alma padece ahora.
--¡Alfonsina! -- No llames, ya no respondo a nada.

Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero
viendo en días de otoño tu cielo prisionero,
no me será sorpresa la lápida pesada.

Que entre tus calles rectas, untadas de su rió
apagado, brumoso, desolante y sombrío,
cuando vagué por ellas, y estaba yo enterrada.